El treparriscos es una de las aves más amenazadas de nuestras montañas. La organización conservacionista SEO/Birdlife espera que la elección contribuya a proteger su hábitat y preservar sus poblaciones.
Mientras el viajero atraviesa el prepirineo aragonés camino a los valles occidentales, al poco de pasar Ayerbe, los impresionantes mallos de Riglos se alzan de repente sobre la gran planicie de la Hoya de Huesca, a orillas del Gállego, hasta alcanzar los trescientos metros de rigurosa vertical. Como si fueran unas gigantescas velas de barco fosilizadas, su aparición en el paisaje es tan impresionante que resulta imposible no atender a su grandeza y desviarse del camino para acercarse hasta sus pies.
Estas singulares empalizadas rocosas, de un bellísimo color anaranjado, constituyen uno de los monumentos geológicos más espectaculares de la península. Debido a ello se han convertido en uno de los principales reclamos del turismo de naturaleza en Aragón, y uno de los destinos más anhelados por los amantes de la escalada, que acuden a este singular enclave de nuestra orografía desde todo el mundo para poner a prueba su destreza ante algunas de las vías de mayor dificultad. Pero no solo eso.
Los cortados rocosos de los mallos de Riglos conforman el hábitat característico para una de las aves más bellas, más esquivas y más escasas de la fauna ibérica: el treparriscos (Tichodroma muraria), que como su nombre vulgar indica vive pegado a los riscos, trepando por la roca y revoloteando arriba y abajo por los peñascos calcáreos más elevados y en apariencia inertes, en los que sin embargo este pájaro de montaña halla morada y alimento. Se trata de un ave insectívora que se alimenta básicamente de los invertebrados que captura entre las grietas de las paredes rocosas o en los huecos, fisuras y repisas con algo de vegetación.
Son muchos los amantes de las aves, entre los que se encuentra quien aquí firma, que sienten verdadera pasión por esta enigmática y montaraz especie, extraordinariamente huraña y difícil de localizar. Poco más grande que un gorrión, aunque más esbelta y con un pico más largo y afilado, la principal característica del treparriscos es su elegante plumaje, en el que combina los tonos cenicientos con el vivo color granate de sus alas y el blanco níveo del babero. Pero también destaca su forma de revolotear entre las rocas, con un delicado batir de alas que resulta muy semejante al de las mariposas. Quizá debido a ello, a su refinada belleza y a la admiración que despierta entre los ornitólogos, acaba de ser escogido como Ave del Año 2025 en España.
Un concurso cada vez más popular
Finalmente el treparriscos se impuso en una ajustada final, con algo más del 36% de los votos, al no menos espectacular pechiazul, que obtuvo casi el 34%: apenas un puñado de votos más que el gorrión alpino, el bellísimo pariente montañero del que habita nuestras calles y que con cerca del 30% quedó en tercer lugar. El propósito de SEO/Birdlife con este popular concurso, que viene llevándose a cabo desde hace 36 años, es concienciar sobre las amenazas para las aves silvestres y sus hábitats y reclamar medidas para su conservación y mejora.
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