=
En el mundo se estima que hay entre 600 millones y 1000 millones
de gatos. Tanto mascotas, gatos
callejeros y gatos asilvestrados y se reparten por todos los continentes
excepto en la Antártida.
=
Los gatos matan a miles de millones de aves cada año además de pequeños
mamíferos, reptiles y grandes insectos.
=
En Estado Unidos según un nuevo estudio viven alrededor de 84
millones de gatos en propiedad, muchos de los cuales salen al exterior.
=
Según la investigación publicada en la revista Nature
Communications, los gatos matan entre 1.400 millones y 3.700 millones de aves y
entre 6.900 millones y 20.700 millones de pequeños mamíferos, sin contar reptiles
o insectos.
=
Esta asombrosa cantidad de muertes de aves puede representar
hasta el 15 por ciento de la población total de aves
= Así un solo felino mata entre 23 y 46 aves al año, y entre 129 y 338 pequeños mamíferos.
La
evidencia científica sobre el impacto de los gatos (Felis catus) como depredadores de aves,
reptiles, pequeños mamíferos o grandes insectos es abundante. Los gatos
domésticos asilvestrados o aquellos que tienen acceso al exterior de las viviendas
son depredadores oportunistas que pueden cambiar fácilmente de presa
(Bonnaud et al.,
2011), cazan presas silvestres (Dickman., Newsome 2015), matan miles de
millones de aves y mamíferos cada año (Loss et al., 2013) y albergan una serie de enfermedades
que afectan a la salud humana y de la fauna salvaje (Lepczyk et al., 2015;
Chalkowski et al.,
2019).
El mayor
impacto de los gatos ha sido ampliamente documentado en medios insulares
(Medina et al.,
2011; Medina, Nogales, 2009; Nogales et
al., 2013; Ratcliffe et
al., 2010). Entre otras afectaciones, está probado que su
introducción en islas es corresponsable de, al menos, el 14% de las extinciones
modernas de aves, mamíferos y reptiles ocurridas en territorio insular a escala
global; y constituyen la principal amenaza para casi el 8% de las aves,
mamíferos y reptiles considerados en peligro crítico por la Unión Internacional
de Conservación de la Naturaleza (Medina et al., 2011).
También
existe abundante información sobre el daño que provocan los gatos que deambulan
libremente y depredan sobre las poblaciones de aves silvestres y otra fauna en
zonas continentales (Marra, Santella, 2016; Loss et al., 2013). Se estima
que estos gatos están implicados en la amenaza o extinción de al menos 430
especies (Doherty et al., 2016).
Junto a los roedores, constituye el principal grupo de mamíferos depredadores
invasores.
Además de
la depredación, los gatos ejercen efectos no letales sobre la reproducción y la
supervivencia induciendo el estrés inmune en la fauna silvestre. De hecho, se
ha comprobado mediante indicadores del sistema inmune que provocan una
reducción de hasta el 38% en la barrera inmune (Navarro et al., 2004). Otro
estudio demuestra que, en presencia de gatos, el aporte de alimento que llevan
algunas aves a sus pollos queda reducida en un 33-40% y además incrementa
el riesgo de depredación por córvidos que son atraídos a los nidos por las
llamadas de alarma de sus habitantes (Bonnington et al., 2013). En un
modelo poblacional se ha demostrado que, incluso cuando aún siendo la
depredación leve (<1), el impacto en la fecundidad, aunque también sea
igualmente baja, tiene marcadas consecuencias en el declive poblacional, de
hasta el 95%, en algunos casos (Beckerman et al., 2007). Es definitiva, la mera presencia
de gatos causa un estrés y una disrupción en la ecología del comportamiento de
las aves, pudiendo causar alteraciones severas.
Otras
afectaciones asociadas a su deambulación libre en el medio, natural y urbano,
están asociadas a su papel como vectores de parásitos y otros patógenos a la
fauna silvestre, en algunos casos amenazada. Uno de los ejemplos más relevantes
es el del lince ibérico, muy sensible a los patógenos transmitidos por gatos
domésticos que deambulan en el medio natural dentro del hábitat del felino
endémico (Roelke et al.,
2008; Meli et al.,
2009).
Además, se
ha podido comprobar que existe un cierto grado de hibridación entre los gatos
domésticos y las poblaciones de gatos monteses. Esta hibridación es
significativa en ciertas regiones de Europa y, aunque parece mucho menor en la
península ibérica (Gil-Sánchez et
al., 2015; Fernández et
al., 1992), representa un riesgo que no puede despreciarse, habida
cuenta de la deriva genética que provoca en los monteses.
Por último,
existen una serie de efectos sobre la salud humana, en particular sobre la
salud mental, que parecen tener parositosis como, por ejemplo, la
toxoplasmosis. Si bien existe evidencia científica sobre estos efectos, este
documento se centra en los efectos en la biodiversidad.
Tipos de poblaciones de gatos domésticos
Gatos
asilvestrados, gatos urbanos gatos sueltos y gatos domésticos.
Las tres
primeras categorías son gatos que circulan libremente y comparten territorio
geográfico –de forma permanente o parcial– con otras especies silvestres, sea
en medio urbano o natural. Todas ellas tienen un mayor o menor impacto en la
biodiversidad (por depredación, competencia, transmisión de enfermedades y u
otras causas).
Las
segundas y terceras categorías se benefician, además, de subsidios (comida,
refugio y cuidados por parte de humanos). Su población no depende de factores
ambientales, tales como la abundancia de presas o la depredación, competencia o
enfermedades. Por tanto, las densidades de estas dos categorías pueden llegar superiores
a las que podrían sostener los hábitats naturales.
En la
segunda categoría se incluirían las colonias felinas constituidas por gatos
comunitarios, según la terminología más utilizada. Estos serían casos en los
que se ejerce un cierto manejo por parte de personas, colectivos o autoridades,
tales como proporcionar alimento, atención veterinaria y abrigo ante las
inclemencias. En algunos casos, estos grupos de gatos están sometidos a
esterilización y posterior suelta, lo que se ha denominado con diversas siglas:
CER (captura, esterilización y retorno), CES (captura, esterilización y
suelta), TNR (trap, neuter, return) y TER (trampeo, esterilización, retorno),
entre otras.
Al
respecto, conviene recordar que los gatos en estado silvestre no forman verdaderas
agregaciones (Spotte et
al., 2014) y que su comportamiento gregario está solo asociado a la
interacción con el ser humano.
Singularidad de los impactos según los distintos tipos de población felina
considerados
La literatura
científica no avala la suposición de que las colonias de gatos tienden a
desaparecer en el tiempo, como consecuencia de la esterilización de sus
individuos (Castillo, Clarke, 2003; Crawford, 2019; Longcore, 2009; Nutter,
2006) Las condiciones necesarias para que esto ocurra (porcentajes muy altos de
esterilización y nuevas entradas en las colonias nulas o muy bajas) son muy
difíciles de alcanzar. Tampoco se reportan evidencias sólidas que avalen la
disminución de la depredación cuando se aporta alimento de forma regular
(Hernández, 2018), ni sobre la posibilidad de que las colonias manejadas
resistan la invasión de otros congéneres.
Por otro lado, se ha
comprobado que, si bien la tasa de depredación que producen gatos sueltos es
inferior a la provocada por los gatos asilvestrados, su impacto local es entre
28 y 52 veces más alto (Legge et al., 2020) debido a su mayor
densidad.
En este mismo
sentido, Crooks y Soulé (1999) calcularon que el territorio que ocupan una o
dos parejas de un depredador autóctono llega a estar ocupado por 35 gatos en un
área periurbana. Todo ello, en definitiva, supone un incremento en cuanto a
depredación y a exclusión competitiva.
Además, la mayoría
de los estudios realizados sobre gatos sueltos han llegado a calcular el
impacto sobre las presas, visualizando las aportadas a sus hogares. De hecho,
se ha comprobado que matan incluso cuatro veces más presas de las que aportan a
su hogar (Loyd et al., 2013; Morling, 2014), por lo que las
investigaciones efectuadas sobre esa base suponen una significativa
infravaloración.
Considerando las
tres primeras categorías, la comunidad científica ha discutido si las
poblaciones de gatos que circulan libremente por el medio suponen un impacto
negativo en las poblaciones de pequeños vertebrados. O si, por el contrario, se
trataría simplemente de una mortalidad compensatoria. Es decir, si se trata en
realidad de animales que, de todas formas, iban a morir por otra causa
inminente. Hawkins et al. (1999) comprobaron que, en zonas con
gatos que reciben aportes de alimento y cuidados, la presencia en el medio de
pequeños vertebrados naturales es inferior a la de fauna antropófila e
introducida, aunque también sean presas habituales de los gatos.
Por otra parte,
lejos de pensar que el impacto de las fuertes densidades de gatos en libertad
tiene un efecto local, existen evidencias de un problema más amplio, asociado a
que esas localidades actúen como efecto sumidero. Esto puede suceder en áreas
urbanas, interviniendo como sumideros de áreas naturales próximas (Baker et
al., 2005; Balogh et al., 2011). También se ha constatado
en ambientes insulares con efectos en las aves marinas (Smith et
al., 2002; Bonnaud et al., 2009).
Acciones estratégicas
El control y gestión
de la población de gatos en el exterior de las viviendas es una tarea difícil y
compleja. Aparecen una serie de dimensiones biológicas, legales, culturales,
institucionales, ecológicas, históricas, científicas, económicas, éticas, políticas
y sociales que, pese a su dificultad, deben ser encajadas. A pesar de la
dificultad que entraña, las políticas públicas deben asegurar que la población
de gatos, fuera del ámbito doméstico, se reduzca a su mínima expresión. De esta
forma se podrían asegurar unos estándares de gestión más adecuados teniendo
siempre en cuenta el bienestar animal.
Con el objeto de
compatibilizar la tenencia de gatos con la protección de la biodiversidad,
SEO/BirdLife realiza las siguientes sugerencias:
La tenencia de gatos siempre ha de
desarrollarse en condiciones controladas, impidiendo su libre acceso al
espacio no domiciliario. Ha de garantizarse que están previamente esterilizados
(excepto en el caso de estar autorizados como criadores) y debidamente identificados,
imponiéndose la obligatoriedad de dicha identificación y de un control adecuado
con el fin de asegurar su cumplimiento.
Está demostrado que las poblaciones o
colonias de gatos en el medio urbano suponen un riesgo para la biodiversidad.
Por tanto, no deben promoverse. Las administraciones públicas han de dotarse de
la normativa necesaria al efecto. De esta manera se podría asegurar que los
gatos domésticos realizan su actividad en el interior de los domicilios
de sus dueños y no en las calles o en el medio natural.
A través de planes municipales o
herramientas similares, los ayuntamientos –o las administraciones competentes–
deben identificar todas las colonias felinas. Así se podrían establecer medidas
precisas para su progresiva reducción a corto o medio plazo. El objetivo final
sería la ausencia de gatos sin hogar en el municipio o área.
En las islas de tamaño reducido (menos
de 30 km2) se aconseja la prohibición de la tenencia de nuevos gatos. De igual
manera, asegurar que los ya presentes en esas estas islas no puedan abandonar
el domicilio de sus dueños.
En islas de mayor tamaño (más de 30 km2)
es fundamental asegurar la esterilización de todos los gatos domésticos. Se
trata, además, de una cuestión que es aconsejable extender al conjunto del
territorio nacional. En el caso de gatos destinados a la cría, su tenencia se
podría articular a través de una debida acreditación del criador, con la
correspondiente justificación y control de la actividad. En estos territorios,
el mantenimiento de colonias o poblaciones gestionadas de gatos puede tener un
impacto muy severo sobre la biodiversidad y, en consecuencia, han de evitarse.
Es recomendable la extracción del medio
natural, por los medios adecuados y garantizando las condiciones de bienestar
animal, de todos los gatos asilvestrados en islas y otros espacios de
importancia para la conservación de las especies (entre otros, espacios
protegidos o entornos urbanos con presencia de especies del Catálogo
Estatal de Especies Amenazadas). Preferentemente, los capturados deberían
ser esterilizados y llevados a un centro especializado, tras un control
sanitario previo.
Aquellas agregaciones de gatos que no se
encuentren en la situación anterior podrán ser gestionadas in situ, siempre que
la colonia no presente crecimiento poblacional y que todos los individuos estén
debidamente identificados, esterilizados y en buen estado de salud. Las nuevas
incorporaciones de gatos a las colonias deberán ser registradas. Los individuos
capturados serán llevados a un centro especializado. Las condiciones básicas
para determinar las colonias cuya gestión puede llevarse a cabo in situ debe
ser objeto de un desarrollo reglamentario.
Aquellas colonias que se gestionen in
situ, pero que, aun cumpliendo las condiciones anteriores, puedan generar
conflictos con la fauna silvestre o con la seguridad o salud de las personas,
deberán contar con un cerramiento que evite la salida y entrada de ejemplares.
En el caso de que se encuentren en un espacio en el que puedan depredar sobre
la fauna silvestre, tendera que incluirse, además, medidas que eviten o
reduzcan significativamente esta depredación.
Es necesario acometer campañas de
sensibilización ciudadana. Abordar tanto los impactos que generan los gatos en
el medio natural, como la necesidad de mantenerlos en condiciones que no
supongan un menoscabo para la conservación de la biodiversidad.
Para la
implementación de estas actuaciones, SEO/BirdLife aboga por un desarrollo
normativo participado por la sociedad civil. De esta forma se pueden lograr
consensos adecuados, que prioricen la conservación de la biodiversidad
autóctona y propicien una transición adecuada y la consolidación de buenas
prácticas. Las entidades dedicadas a la conservación de la biodiversidad y
aquellos colectivos preocupados por el bienestar de los animales hemos de
trabajar activamente en la construcción de estos consensos.
Cualquier normativa
o política sobre bienestar animal que no evite los impactos sobre la fauna
silvestre incumplirá su misión. Puede poner en riesgo los esfuerzos realizados
en la conservación de la biodiversidad y puede, además, incumplir con el marco
legal ambiental vigente.
SEO/BirdLife
desaconseja la práctica de la captura, esterilización y suelta habida cuenta
que la literatura científica no avala su efectividad. Asimismo, y a pesar de
que se puedan regular la existencia y gestión de colonias o poblaciones de
gatos asilvestrados, urbanos o sueltos (incluyendo alimentación, cuidados,
esterilización, vacunación y chipeado), esta práctica produce desajustes
respecto a otros animales silvestres. Además, este tipo de alimentación
normalmente está prohibida, al menos en espacios públicos o domésticos.
Actuaciones complementarias
Es conveniente realizar un informe
exhaustivo con la información publicada disponible sobre todos los aspectos
mencionados en los puntos anteriores.
Del mismo modo, es fundamental que toda
normativa sobre este asunto priorice las necesidades de conservación de la
biodiversidad. Es especialmente relevante en ámbitos insulares o de especial
riqueza natural.
En aras a establecer mecanismos de
participación ciudadana en las estrategias de control, es recomendable
desarrollar sondeos de percepción social de la problemática. Bien a escala
estatal o conforme a la escala de implementación de la acción, este tipo
de análisis son positivos de cara a un mejor diseño de los procesos
participativos y de las campañas de divulgación y concienciación que se
desarrollen.
La concienciación e información al ciudadano sobre buenas prácticas en la tenencia de gatos resulta imprescindible. Es conveniente que cualquier acción en este sentido vaya acompañada de mecanismos de comunicación e información de servicio, al objeto de consolidar la efectividad de las medidas.